sábado, 9 de noviembre de 2013

Crítica de "La Vida de Adèle" de Abdellatif Kekiche.



LA VIDA DE ADÈLE

El azul es el color más cálido.

La sensación del pasado festival de Cannes llegó a las salas españolas. Desconozco si esta película francesa pasará a la historia por ser una obra maestra que perdurará en la retina de muchos espectadores. Lo que si tengo claro es que probablemente será el film europeo del año.
Dejando aparte las polémicas en las que se han visto envuelto el director con sus 2 actrices en los últimos meses (historias largas de escribir, pero muy interesantes para quien le guste el cotilleo cinéfilo) esta pequeña joya dará mucho de que hablar en los próximos meses.

"La Vida de Adèle" nos cuenta la historia de Adèle, chica de 16 años que poco a poco va descubriendo cuál es su verdadera identidad, tanto en su círculo de amigos como en el aspecto sexual. A lo largo de las 3
horas de metraje, el espectador presencia todo lo que le acontece a nuestra protagonista francesa. Desde su primer beso con una persona del mismo sexo hasta la mayor de las soledades posible.

Para ello,Kekiche muestra una valentía extrema a la hora de afrontar este difícil relato. No duda en ser explícito cuando quiere y apasiona e incomoda a los asistentes con la dureza tanto física como psicológica que hay en algunas de las escenas. Arriesga y sale ganando, dejando un sello muy personal en la dirección que a muchos enamorará (como es mi caso) y que a algunos pocos espantará.

La que sin duda es la "reina del cotarro" es la joven Adèle Exarchopoulos. Con apenas 19 años hace una actuación formidable, dramática, que no deja indiferente, que es muy creíble y con un gran magnetismo en pantalla de las que muchas actrices de su generación deberían aprender. Ella tiene el poder absoluto del film,
y gracias a su saber hacer los 180 minutos por los que hemos pagado en la entrada merecen la pena.
Su compañera de reparto tampoco se queda atrás. Ya en películas como "Sister" o "Lourdes", Lea Seydoux había dejado entrever que podía ser una interprete muy interesante de seguir. En este caso, hace algo muy grande. Su Emma es cercana, simpática, pero cruda y con mucho dolor interno. La química entre ambas compañeras es electrizante. La audiencia siente todas las situaciones en gran parte gracias al trabajo de las dos.

La fotografía es maravillosa, con una variedad de colores que atraen y no empalagan. Por último, decir la buena elección de las canciones de la banda sonora, al igual que el uso de un mismo tema tanto para una de las escenas iniciales como para la final.

"La Vida de Adèle" es una película valiente, que defiende el amor libre por encima de todo, que no se corta en ser realista y que gracias a un excelente trabajo de sus actrices y de su director la encumbran como una de las cintas europeas más importantes en lo que llevamos de década.

LO MEJOR: La naturalidad que predominan en las escenas y algunos momentos que son soberbios.

LO PEOR: La campaña llevada a cabo para desprestigiarla puede echar atrás a muchos incrédulos.

NOTA: 9,25

7 comentarios:

  1. Yo al ver la película me quedé con la impresión de que esas escenas tan explícitas desvirtúan o desprestigian aquello que considero importante o poseedor de cierta profundidad. Creo que “La vida de Adèle” convierte el sexo en pornografía. Algo que es digno se banaliza y se convierte en mierda. Es indignante que el sexo lésbico haya quedado sólo en puro voyerismo y morbo despreciable de la mano de un director heterosexual sin ningún pudor. Por algo la propia autora del cómic las ha criticado tanto, y con toda la razón.

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  2. siento mucho herir susceptibilidades...perooo... es una pelicula malisima. SIN ARGUMENTO, SIN UN SCRIPT DECENTE, SIN GUION ADECUADO...Y CON TOMAS MUUY ABURRIDAS DE LA PROTA DURMIENDO. Sin hablar que el paso del tiempo no estaba plasmado en la chica, ERA LA MISMA ADOLESCENTE desde el comienzo al fin. La escena de sexo muy larga, y no representa para nada una relación lesbica, sino que es más el caso de que un director heterosexual se ha puesto a filmar la fantasía de los hombres sin ton, ni son. Asi q para ver sexo real sin argumento ni tomas interesantes,....me veo una porno y listo. VAYA BASURA.

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  3. Yo me pregunto, y os pregunto: en una gran historia de amor clásica como por ejemplo, pongamos por caso "Los puentes de Madison" o "Casablanca", ¿habría "necesidad" de mostrar una escena de 10 minutos con Ingrid Bergman a cuatro patas y Humphrey Bogart jadeante encima para "entender" su pasión y su amor? No, ¿verdad? ¿A que no sería necesario ni estaría justificado y nos indignaríamos si nos obligaran a creer lo contrario? ¿Entonces por qué en esta película es así?

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  4. A mí la película no me ha enseñado nada; sólo sexo. Las escenas de sexo son largúísimas, demasiado explícitas y no aportan nada, salvo dejar claro que entre ellas la carnalidad les une mucho (¿cuantos orgasmos son necesarios para hacernos entender que se desean y se aman?); pero no es necesario tantos minutos que rozan lo porno, rozan pero no es porno, que quede claro. He leído por ahí a críticos consagrados decir que no, que son preciosas, que son las mejores escenas de cama que se han rodado, blablabla. Indignante. Son pornografía pura y dura y creo que no hay necesidad de que cada una dure 15 minutos porque acaba siendo incómodo. A veces lo sugerido es mucho mas intenso que lo mostrado y me parece que Kechiche se recrea en exceso con la morbidez de sus protagonistas retozando... El monotema de la película era la obsesión de la protagonista por su pareja. Nada más. Por la buena puntuación me había esperado una película con más fondo, más argumentos, no este monotema sexual. Provocación y nada nuevo. Supongo que éxito asegurado, mucho ruido, nada de nueces, insulsez (reconozcamos que la protagonista es una chica aburrida y de lo más vulgar), pero eso sí provocación y sexo, que es lo único que entienden los culturetas modernos... Qué pena.

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  5. Creo que estas escenas causan tanta indignación porque en ellas el director está lejos de ser ingenuo o esteta al haberlas rodado, sino morboso. Ni las lesbianas practicamos tan frecuentemente las tijeras (de hecho es una postura poco común y que está más presente en las fantasías heteros que en nuestras prácticas reales) ni desde luego tampoco follamos así la primera vez, como dos actrices porno que ya lo supieran hacer todo. No seamos inocentes, por favor: nuestra indignación radica en el hecho de que la mirada de este director es bastante hipócrita, porque nos quiere vender unas escenas sexuales supuestamente filmadas con realismo, belleza y sensibilidad cuando lo que vemos es pura recreación pornográfica con fines comerciales. El sexo lésbico vende, y eso el director lo sabía y por eso lo ha explotado, por eso todas las justificaciones de estas escenas nos parecen cuentos y engaños bastante perversos. De ahí nuestra indignación. Aunque quizá es difícil de comprender por el colectivo ajeno a las lesbianas… es como si hubieran cogido algo importante o valioso para nosotras y lo hubieran pervertido y convertido en algo barato y ofensivo, algo que sirviera para que el público se excitara y se regodeara vulgarmente. Nuestra indignación viene de que se haya manipulado y ninguneado el sexo lésbico por parte de un director heterosexual, y en esto tengo que darle la razón a la autora del cómic: ¿tanto habría costado contar con la opinión de alguna lesbiana durante el rodaje?

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  6. Pues sinceramente, para que se hagan películas lésbicas como ésta prefiero que no se haga ninguna… Mucho decir que visibilizan y normalizan pero parece que nadie ve que en realidad estamos en lo de siempre: las relaciones entre mujeres se convierten en objetos de morbo masculino y en escenitas degradantes de tetas y coños antes que en cualquier otra cosa, y eso es más un retroceso que un avance. Las propias lesbianas somos tan críticas con esta película precisamente porque nos vemos reducidas a una fantasía absurda de un hombre heterosexual, posturas ridículas y una actitud como de “vosotras tocaos hasta la extenuación que yo filmo”. Teniendo una historia tan maravillosa como la que tenía, con un temazo a desarrollar, un punto de partida estupendo en la obra original para trabajarlo y unas actrices entregadas y convincentes para darle vida, Kechiche ha malgastado sus 180 minutos de película en tijeras y cunnilingus. A “La Vida de Adèle” le falta verdad y le sobran erecciones. En su cómic, Julie Maroh quiere dar visibilidad a las dificultades con las que se encuentra un adolescente durante el proceso de aceptación de su diversidad sexual, además de presentar una historia de amor excelente, bien cuidada, respetuosa, estética. Pero la prioridad de Abdellatif Kechiche ha sido ejercer de dictador. Él quería sostener la lupa como un voyeur dándose el lujo de exigir todas sus fantasías desde el lugar más privilegiado. No nos extrañe pues que Maroh haya denominado a esta película “pornografía para mentes masculinas”.
    Y conste que en ningún momento se discute sobre no mostrar sexo en la película, de hecho es necesario y está justificado que se muestre, pero no ASÍ. El problema no es con el sexo explícito siempre que esté justificado y bien presentado, como por ejemplo sucede en el cómic. El problema es cuando se ha decidido mostrar una escena sexual larguísima con el único propósito de crear morbo gratuito y polémica. Podía haber sido una escena de sexo rodada con respeto, buen gusto, erotismo y sensibilidad y no quedarse en el puro morbo de un director tiránico que parece regodearse en las tijeras y el cunnilingus mientras filma para después querer tomar al espectador por tonto, hacerse el ingenuo y pretender venderlo como otra cosa. Eso es lo indignante. Más que una relación sincera y realista entre dos mujeres parece una fantasía pornográfica bastante tópica (e incluso ridícula por determinadas posturas) de un hombre heterosexual y obsesivo.
    Por ejemplo, una película como Nymphomaniac es bastante más honesta que ésta en cuanto a propósitos y objetivos, ya que no miente al presentarse a sí misma: “FORGET LOVE” es su frase de presentación y en ningún momento reniega de sus escenas pornográficas o de sexo explícito. Pero Kechiche hace todo lo contrario, muy hipócritamente: rueda escenas claramente pornográficas y de bastante mal gusto y nos las quiere hacer tragar no sólo como necesarias sino como demostración de la pasión más auténtica. Pues por eso yo no paso, lo siento mucho, no quiero que se me tome por idiota. Lo que ha rodado este hombre es porno, se ha recreado en él y en las actrices y ha querido hacerlo así para llenar más salas, crear más audiencia y alimentar más morbo (sobre todo el masculino).
    Si habéis leído el cómic (que os recomiendo para que veais por vosotras mismas la diferencia), comprobaréis que las escenas de sexo no tienen nada que ver. Son explícitas, sí, pero no se recrean injustificadamente ni ofrecen morbo gratuito no resultan tópicas o insultantes. Son naturales, sugerentes y estéticas. En la película no veo más que tetas bamboleantes y posturas ridículas propias de un vídeo de Youporn.

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  7. Estoy en general de acuerdo en todo lo que plantean las lesbianas indignadas con esta película y también me rebelo contra la hipocresía y la imbecilidad de los críticos y festivales correspondientes. El sexo en el cine me parece un tema de lo más interesante porque muchas veces actúa como un reclamo morboso en si mismo que se desconecta del relato en el que está inserto. Desde luego la película que nos ocupa es un ejemplo claro de este efecto, y entiendo por ello la ira que ha provocado.

    La cuestión es: ¿es lícito mostrar sexo actuado en un relato? Yo pienso que sí, claro. Pero también es cierto que el carácter claramente perturbador de la visión de personas, aunque sea fingido, practicando sexo muchas veces no complementa la narración sino que ejerce como elemento distorsionante. Y, por supuesto, en “La vida de Adele” esto está llevado al extremo porque realmente las actrices están representando su sexo de una forma tan expícita que cuesta trabajo decantarse por si es sexo fingido o real. Para un espectador masculino heterosexual este momento claramente se desconecta del relato porque la excitación de ver esta fantasía es lo único que importa en ese momento. Y es normal que sea así. Lo lamentable es que el director y los críticos alabadores sean tan cínicos e hipócritas para hacer pasar este elemento determinante de la película como un hermoso complemento y no como un reclamo morboso, y por ende, comercial.

    Si quiero ver sexo, veo porno. Pero no me vendas cine con algo demasiado parecido al porno porque somos todos mayores y me estás tomando por tonto.

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