lunes, 15 de febrero de 2016

7 Actrices infravaloradas que se merecen más trabajo

Pasa siempre. Hay actrices que tienen mucho trabajo, algunas tanto que las que ves más que a tu propia madre, y otras que están condenadas a pasar de fondo en muchas películas cuando reincidentemente han demostrado ser más que las eternas actrices de carácter. Antes de afrontar este artículo, lo primero es distinguir entre actriz infravalorada y desaprovechada. Una actriz desaprovechada es aquella que se nota que tiene talento pero por alguna razón o por otra no ha encadenado suficientes proyectos o interpretaciones de calidad como para ser reconocida de alguna forma, como Christina Ricci o Mary Elizabeth Winsted. Esta lista está reservada a actrices que constantemente han encarado interpretaciones rotundas pero que nunca te acuerdas de su nombre o si enseñas una foto a algún amigo tuyo lo más generoso que te digan sobre ellas sea "me suena".
Son actrices que dignifican cualquier proyecto en el que estén, pero aunque por ejemplo Laura Dern encaje en ese perfil tiene un aura de actriz de culto que la hace reconocible y recordable y aunque otras actrices como Allison Janney, Robin Wright, Sarah Paulson o Elisabeth Moss han pasado desapercibidas por la gran pantalla han conseguido su reconocimiento catódico en la pequeña pantalla.

Luego están casos como Emily Blunt, que aunque ni sus mejores interpretaciones como Sicario huelan un solo premio está en el mejor momento de su carrera, estrena adaptaciones de best-sellers, superproducciones, la conoce todo el mundo y hace lo que le da la gana con más ofertas de trabajo que todas las de la esta lista juntas. Que los premios pasen de ella ya es otro asunto muy raro y Kristin Scott Thomas queda excluida de la lista porque semejante monumento de actriz ya está retirada y merece un artículo más extenso repasando su carrera del carácter "Esto es lo que os habéis perdido, cabrones."


Estas siete actrices son 7 joyitas relativamente actuales fantásticas cada una de ellas y esta es una carta con mucho amor a la vez que un repaso a las carreras de estas mujeres que te suenan pero se merecían un homenaje:

7. Amy Ryan


Amy Ryan es de las pocas actrices de esta lista a la que habéis visto nominada a un Oscar porque, efectivamente, se puede haber ganado el corazón de decenas de asociaciones de críticos en el mismo año incluyendo los NYFCC Awards por Adiós, pequeña adiós (2007) y tirarse desde entonces recogiendo de los papeles que le caigan a pesar de casi palpar la dichosa estatuilla dorada. Y una actriz capaz de permanecer en recuerdo en un personaje casi sin nombre atada no precisamente al mejor guión de Clint Eastwood en El Intercambio y permanecer en el recuerdo se merece más que eso. Para que os hagáis una idea de su personaje, en El Intercambio Ryan le da un consejo a Angelina Jolie nada más entrar esta en el psiquiátrico para en la escena siguiente hacer todo lo contrario. Si pasas estas incoherencias por alto es precisamente por lo buena actriz que es y por haber permanecido tan inquebrantable como versátil desde su nominación, sobreviviendo a personajes que en manos de actrices con mucho menos talento serían estereotipos antipáticos. Su Connie de Jack Goes Boating (quirky, tímida y chispeante chica de dramedias independientes de estas que le das una patada a la pantalla de Sundance y te salen 14 aspirantes a Zooey Deschanel iguales) tiene la misma verosimilitud que la madre white trash de Boston que le dio su única nominación. Es decir, toda. 

No existía razón humana para empatizar con esa madre racista, alcóholica y que aparentemente parecía querer superar el secuestro de su hija a través de la drogadicción de la misma forma que ser la "esposa voz de la razón" de Paul Giamatti en Win Win o la "ex mujer voz de la razón" de Michael Keaton en Birdman, para que engañarnos, no eran regalos de personajes. Son caricaturas reservadas para actrices de carácter, las "mujeres coñazo", pero si hay algo innegablemente meritorio en Amy Ryan es que es capaz de dignificar cualquiera de esos personajes,  sobrevivir al cliqué y afrontar el "bailar con la más fea" de los roles con la más absoluta de las dignidades. Su Sylvia de Birdman estaba bien escrita, robaba escenas a Keaton y tenía varias de las frases más rotundas de la película pero gran parte de los personajes de su discreta filmografía llena de vecinas, amigas, mujeres o ex mujeres no lo estaban y eso no le ha impedido destacar en cada papel de forma genuinamente humana. Hay algo en ella sumamente real, incluso en un microscópico papel como la ex mujer (si, otra más) de Ethan Hawke en Antes de que el diablo sepa que has muerto donde se regocijaba en la desgracia vital de este y con una sonrisa y un par de miradas le decía "Estás jodido" sin necesidad de palabras. Y te la crees. A Amy Ryan te la crees en cualquier cosa, hace creíbles a personajes aparentemente unidimensionales, sabes que a todo le concede una cierta humanidad y gustosamente la ficharías para interpretar a tu madre. Nunca eres capaz de odiarla.

6. Rosemarie DeWitt


Independientemente de lo que haga, DeWitt interpreta desde una naturalidad capaz de romperte en pedazos. Si La boda de Rachel, esa joya de la inclasificable filmografía de Jonathan Demme (El Silencio de los Corderos) le reportó su primera nominación al Oscar a Anne Hathaway era porque además de entregarse en cuerpo y alma para reinvindicarse como actriz dramática de aquellas tenía el estatus de estrella porque aún no había ganado el Oscar y medio mundo aún no quería matarla. Rosemarie, la Rachel del título, no tenía ese estatus. Sigue sin tenerlo. No es que la odien o la amen, es que no le hacen ni caso y merecía como mínimo estar nominada no solo por sobrevivir al huracán que era Kym (Hathaway) como personaje, sino por la impactante facilidad con la que confrontaba el retrato de una mujer hecha a sí misma y apartada de su propia boda por el favoritismo sobreprotector de su familia hacia su hermana. 

La película de Demme era justa y humana para ambas protagonistas donde ambas explicaban sus sentimientos, motivaciones y resentimientos en una continua sesión familiar de terapia. La diferencia es que el personaje que Hathaway llevaba toda la vida haciéndolo y DeWitt solo tenía, y lo más importante, solo necesitaba una escena. La hermana fuerte de la familia era puesta contra la espada y la pared y por primera vez en su vida abría la boca en una de las escenas más emocionalmente desasosegantes de la película desde un personaje menor donde una fracción de su rostro rejustificaba la existencia del filme. RoseMarie DeWitt es una robaescenas nata. Es capaz de exprimir una escena hasta robarte la película y su escena en Margaret (2011), película que buscaba un segundo Oscar para Anna Paquin contaba con ella como la esposa de Mark Ruffalo, un conductor de autobús que atropellaba a Allison Janney en bicicleta porque esta mujer está en todas partes y se enfrentaba en tiempo récord a una Margaret (Paquin) que aparecía en la puerta de su casa a rendirle cuentas. DeWitt pasa de una amable curiosidad (no tiene ni la más remota idea de quién es Margaret al comenzar la conversación) a la rabia más irracional y defensiva contra la misma en cuestión de minutos ante las acusaciones hacia su marido. Su cara, como siempre, es un poema. Siempre lo es. Rosemarie DeWitt se ha pateado el panorama indie dejando como seña de identidad una falta de miedo admirable a la hora de mostrar la más absoluta vulnerabilidad de sus personajes en películas como El amigo de mi hermana (2011), donde interpretaba a una bisexual vegana obsesionada con la soja y más emocionalmente expuesta que nunca dada su incapacidad para sostener relaciones sentimentales. No, no me lo estoy inventando, la película es buena, vedla que además sale Emily Blunt. 

Después de sobrevivir al circazo condescenciente y a las atroces (y nada sutiles) metáforas visuales de Jason Reitman en Hombres, mujeres y niños (2014, el año en el que deseamos que Reitman se volviese a reunir con Charlize Theron y Diablo Cody para rodar una secuela de Young Adult), pasó por el terrible remake de Poltergeist porque como todos tendrá facturas que pagar y tiene en marcha La La Land de Damian Chazelle (Whiplash) donde tendrá garantizado otro papel de reparto y nosotros tendremos garantizada otra interpretación sensible, llena de matices cercanos y gestos tan reales que podremos sentir hasta cotidianos. Así es ella.

5. Rebecca Hall


Quentin Tarantino criticaba de The Town que personajes con vidas de mierda no podían tener las pintas de Blake Lively desmaquillada. Razón no le faltaba, pero Lively enterrando Gossip Girl interpretando a una prostituta no era la interpretación que más brillaba. Rebecca Hall estaba guapísima, ridículamente guapa porque interpretaba a una directiva de un banco y su personaje no le exigía aparentar físicamente que le había atropellado la vida para dar una interpretación con tanto carácter que era obvio que esta mujer se merece más trabajo. Y no lo necesitaba, ella no se afea. Allí donde veáis a Rebecca Hall va a estar siempre guapísima como en el "master de identidad catalana" (aka Vicky Cristina Barcelona, 2008) de Woody Allen donde ni Penélope Cruz hecha unos zorros y repitiendo cada frase tres o cuatro veces invadida de "furia latina" (esta absurda expresión os juro que la leí en la revista Fotogramas) o Scarlett Johansson como "artista librepensadora bohemia en busca del amor efectivamente el guión de esta película tiene delito" la eclipsaban. Más bien todo lo contrario. De cara a Estados Unidos Vicky Cristina Barcelona ganó el Globo de Oro a Mejor Comedia o Musical y Rebecca Hall fue nominada porque ese año fue muy raro y la Asociación de Prensa Extranjera nunca había visitado España lo suficiente como para darse cuenta de que la película era una reserva natural de estereotipos tan delirantes como flamenco en Cataluña y que las protagonistas del título no podían estar escritas de forma más plana. Pero Rebecca Hall brillaba. Rebecca Hall era lo mejor porque, sencillamente, es la mejor de todo lo que hace. 

Su padre es dueño de teatros, ha interpretado a medio Shakespeare en Londres y se conoce las tablas. Sabe como caminar por una escena llenándola porque el encuadre al que pertenece es otra extensión de los escenarios donde se ha criado y esta habilidad le permite dignificar proyectos como La maldición de Rookford donde se ganó una merecida nominación al BIFA tras sobrevivir a un guión completamente disparatado. De la misma forma que le daba la réplica sin el más mínimo esfuerzo a actores tan curtidos y respetados como Dominic West e Imelda Stauton se comía con patatas a Benedict Cumberbatch como una femme fatale de principios del S.XXI y desmontaba a Andrew Garfield en Parade's End y Red Riding respectivamente archivando nominación y victoria a los BAFTA TV Awards a su historial. Hall fagocita a los actores con los que trabaja con una presencia magnética que va más allá de su abrumadora belleza y recientemente en The Gift mejoraba la cinta sobreponiéndose al nada agradecido papel de "mujer muy asustada" para que no nos diésemos cuenta que Jason Bateman ahí en medio era una error de casting. La película en sí ya era buena, pero todo molaba más cuando ella estaba en pantalla. Gracias Rebecca. Eres capaz de salir sobresaliente hasta como una pequeña parte del endiablado puzzle argumental que proponía Christopher Nolan en la infravalorada El Truco Final desde el personaje de esposa sufrida de Christian Bale o de mejorar proyectos tan fallidos Dorian Gray, Iron Man 3 o directamente denunciables como Trascendence o Doble o Nada. 

Rebecca ha hecho mucha mierda, pero nunca se mancha porque actúa de puta madre. La buena acogida de Christine en Sundance este año puede abrirle nuevas puertas a una actriz cuyas (muchas veces) contadas escenas en pantalla sinomizan que de ese fotograma algo se salva. Tener a Rebecca Hall en una película la mejora, es como tener cosas bonitas. Nos merecemos cosas bonitas.

4. Elizabeth Banks


Elizabeth Banks le dijo a Irene Crespo (Cinemanía) en una entrevista "Creo que estoy constantemente infravalorada". Este son el tipo de declaraciones que pueden dar a pensar que una actriz fichada por una saga multimillonaria como Los Juegos del Hambre es una desagradecida o, al contrario, que efectivamente está cansada de que nadie se sepa su nombre. En su caso es lo segundo. Si Elizabeth Banks consiguió nominaciones de la crítica por salir 15 minutos en la segunda de Los Juegos del Hambre y los fans de la saga, lejos de indignarse, celebraron y agradecieron su presencia en la tercera de la saga a pesar de no aparecer en el libro es porque no le falta carisma, encanto y algo está haciendo muy bien. Y ese algo puede que sea actuar. Este año por Love&Mercy consiguió varias nominaciones y un par de victorias por parte de los gremios críticos incluidas algunas como Breakthrought Star como si no llevase toda la vida rodando. Ha acumulado más de 70 papeles en 16 años pero se han aliado contra ella lo pequeño de estos roles y que a la actrices cómicas gusta mirarlas por encima del hombro como si la zumbada sexual que interpretaba en Virgen a los 40 no tuviera ningún mérito a pesar de que cada una de sus delirantes conversaciones con Steve Carrell parecían completamente reales. Cuesta mucho hacer reír, en ¿Hacemos una porno? (2008) Kevin Smith la fichó como partenaire de Seth Roger y conseguía darle al personaje más inteligencia que la que poseía el propio guión y una inseguridad adorable. Nunca unos ojos tristes a cámara lenta con un éxito generacional  de fondo (en este caso Hey de The Pixies) en medio de una comedia llena de chistes de pollas habría tenido el más mínimo sentido si la actriz no fuese buena. 

Este año Paul Dano se quedó a las puertas de nominación porque la Academia lo odia y John Cusack en el biopic de Brian Wilson está resucitado pero en ancla emocional de la película son sus ojos chispeantes. Los de Wilson no, obviamente, los de Banks. Cuando un envejecido Brian Wilson le cuenta las palizas que recibía por parte de su padre Melinda pasa de la estupefacción inicial a con una ternura casi maternal pero romántica y una empatía se crea entre ambos y el público gracias a que ella sostiene ambas tramas separadas temporalmente con una dulzura y al mismo tiempo una fuerza dramática desbordantes. Ella protege a Brian Wilson y por momentos deseas que sea a ti también a quien te proteja. Escenas donde solo se escucha su voz transmiten perfectamente la desesperación de su personaje y la impotencia de amar a una persona pero no poder ayudarla. Y si Elizabeth Banks es el corazón de una película por la que merecía una nominación al Oscar porque pone corazón, encanto, dulzura y carisma en todo lo que hace. Hace reír y temblar, la inquietante madrasta que le ajustaba las perlas a Emily Browning en Presencias Extrañas hacía visible un descafeinado remake donde una conversación con la citada Browning en un restaurante explicándole que ser enfermera no era un trabajo bonito si no que "me dedicaba a limpiarle el culo a ancianos inválidos" es una escena que fuera del contexto de la película prueba la gran actriz que lleva dentro. 

Después de recibir el Razzie Redentor por el Razzie que había ganado como parte del reparto de Movie 43 (seamos justos, en ese experimento no se salvaba nadie), ha conseguido ser lo más divertido de la empalagosísima Dando la nota 2: Aún más alto saliendo 15 minutos y entre sus próximos proyectos se encuentran el biopic de una de las primeras mujeres fotógrafas y ser la mala del reboot de los Power Rangers. Porque ha aceptado lo segundo es completamente inexplicable, pero estoy seguro de como mínimo aportará carácter y encanto. Siempre lo hace.

3. Patricia Clarkson


En 2003 los astros se juntaron para Patricia Clarkson y no solo fue merecidamente nominada al Oscar por Retrato de April si no que estrenó Vías Cruzadas de Tom McCarthy con Peter Dinklage cuando este todavía no había sustituido a Willow como el enano más famoso del mundo y se puso junto a Nicole Kidman en manos de Lars von Traier sin acabar totalmente loca en Dogville donde la perturbadora evolución de su personaje sobresalía dentro de un no menos espectacular reparto de secundarios. Clarkson ya había sido la esposa de Kevin Costner y de Tom Hanks en Los intocables de Elliot Ness y en La Milla Verde respectivamente, pero ambas películas, por muy prestigiosas que fueran, no daban suficientes concesiones a sus personaje y comprensiblemente hasta la primera mitad de la primera década del siglo XXI nadie le hizo ni el más mínimo caso. De aquellas tampoco era para tanto y su incursión interpretativa más memorable había sido en 1998 interpretando a una snob ex actriz alemana lesbiana adicta a la heroína en la primera película de una por aquel entonces desconocida Lisa Chodolenko. Si habéis leído todo lo anterior y me créeis cuando os digo que Patricia Clarkson estaba creíble en un personaje tan enrevesado sabréis por donde voy con esta actriz. No sé absolutamente nada de Patricia Clarkson. Es una actriz capaz de sumergirse tan profundamente en los personajes como para no dejar ni la más ínfima huella de sí misma y es una apuesta segura y una gozada verla pasearse por la pantalla libre de todo riesgo de autointerpretarse. No hay atisbo posible de su propia personalidad vislumbrable en las casi 80 películas que componen la carrera de una actriz irreconocible en todo lo que hace. 

En 2003 parecían haberse dado cuenta de ella cuando ganó hasta un Emmy a Actriz Invitada por A dos metros bajo tierra pero desde entonces ha ido rebotando sin pena ni gloria por diversos papeles de reparto, y según IMDB es conocida por aparecer cinco (señores) minutos en Shutter Island, por la citada Milla Verde y por ser la MILF adúltera que le comía la oreja a Rebecca Hall en Vicky Cristina Barcelona para enredar más la trama de la postal turística de 87 minutos que duraba la película. A Clarkson se la conoce por pasar por ahí en sus películas más famosas y no por sus interpretaciones, sus últimas películas estrenadas son Annie y El Corredor del Laberinto: Las Pruebas, dos cintas donde no se merecían acabar ni las cámaras que las grabaron y que no le hacen ninguna justicia porque podría haber rodado ambas con los ojos cerrados. 

En la citada Vías Cruzadas interpretaba a una madre anclada en una vida de arrepentimiento y autoengaño, que se repetía a si misma que el dolor no era para tanto pero que con cada mirada rota poco a poco enseñaba sus cartas de la misma forma que en Dogville ponía los pelos como escarpias con la progresión monstruosa de su personaje. Kidman salía escaldada por parte de todo el pueblo de Dogville y Clarkson pasaba de una indefensa señora con cara de no haber roto un plato y que lloraba al ver a sus hijos jugar porque "se emocionaba con los momentos felices" a torturar física y psicológicamente a Grace, retándola a no llorar mientras su vida en ese pueblo se hacía pedazos.  Una transición tan extrema solo podía resultar creíble en manos de una actriz capaz de cubrir un amplio rango de emociones en pocas escenas y es lo que Clarkson lleva haciendo desde que le comía el cocido a Clint Eastwood en La lista negra (1988) pasando por la hipócrita vecina de Julianne Moore en Lejos del cielo (2002), avergonzada de la amistad de esta con un hombre de color y sosteniendo martinis mientras se refería a los homosexuales como "uno de esos" sin llegar a ser nunca una caricatura de villana. De hecho, no era una villana. Era Eleanor, otro personaje brillantemente encarnado por una actriz a la que le das cuatro líneas de diálogo y te monta un personaje.

2. Rose Byrne


"Soy la actriz a la que llaman cuando Keira Knightley o Natalie Portman rechazan un papel" es una cita de Rose Byrne tan rotunda como dolorosamente cierta. Rose Byrne no es muy famosa que digamos. En los pósters promocionales en España de Espías ni siquiera sale su nombre y su condición de actriz de marca blanca llegó hasta puntos tan vergonzantes como el de substituir a Keira Knightley, que era una extra sin frase en La amenaza fantasma, en el mismo papel de extra sin frase en El ataque de los clones porque en 2002 Knightley ya había rodado Quiero ser como Beckham y no necesitaba hacer bulto detrás de Natalie Portman irreconociblemente maquillada. Esto no sonaría tan humillante si entre El ataque de los clones y La amenaza fantasma Byrne no hubiese ganado la Copa Volpi a Mejor Actriz en Venecia por The Goddess of 1967, lanzada directamente en DVD en España bajo el infame título de culebrón La diosa del asfalto, donde Byrne estudió mímica durante cuatro semanas en un hospital de Australia para expresar físicamente los sentimientos de su personaje. Abordaba a una ciega sordomuda emocionalmente inestable cuya dolorosa existencia se narraba a base de flashbacks y como ha hecho durante toda su ignorada carrera se apropiaba de todos los matices y estereotipos del personaje para construir un ser humano marcado por el miedo y la desconfianza. Porque los personajes de Rose Byrne pueden parecer planos, pero no lo son. 

Por aquellos años debía haber algo en la cara de Keira Knightley que llevó a los directores a meterla en un corsé desde Piratas del Caribe hasta Anna Karenina y mientras ejercía (brillantemente) como la actriz de época definitiva y musa de Joe Wright Byrne desempeñaba cada uno de los papeles en USA que ella y Portman rechazaban hasta tal punto que entre 2010 y 2013 Byrne estaba en puto todo y nadie parecía darse cuenta: Cruce de caminos, La boda de mi mejor amiga, Todo sobre mi desmadre, X-Men: Primera Clase, Insidious, Los becarios, Les doy un año y hasta sus apariciones en la serie de sketches de Fred Armisen Portlandia no cimentaron sus estatus de estrella pero sirvieron para que los nos molestamos en quedarnos hasta los créditos de la película en la butaca nos diésemos cuenta de que la australiana es tan versátil que asusta y es capaz de todo. Rose Byrne no tenía el atractivo factor de la comedia física de Melissa McCarthy ni la popularidad que Kristen Wiig y Maya Rudolph habían afanado gracias a Saturday Night Live y su papel de cabrona estirada en La boda de mi mejor amiga pasó sin pena ni gloria y solo se acordaron de ella los premios que condecoraban a todo el reparto, pero si Byrne se había hartado de llorar en desapercibidas joyitas indies como The Dead Girl, (interpretando a una forense que se encontraba en la morgue con el cadáver de su propia hermana), se había matado a sufrir y hacer creíble el terror sobrenatural en Insidious y se había entregado físicamente sin dobles a personajes de acción como la soldado británica de 28 semanas después o la astronauta de Sunshine hasta acabar como la villana perfecta en la comedia de Judd Appatow es porque tanto su negativa a encasillarse como su versatilidad van de la mano con su asombrosa comprensión de los géneros que aborda y de sus personajes. Una actriz que explica que "La comedia tiene un lenguaje propio y en él pesa tanto el drama como el humor. Una buena comedia tiene también sufrimiento. Terror y comedia son muy parecidos: todo depende del tempo, de controlar cuándo golpeas con un gag o un susto. Son melodías diferentes con notas similares." es porque sabe perfectamente donde se mete y se prepara a conciencia hasta el más pequeño de sus roles. Entiende el esfuerzo que requiere una comedia tanto física como sarcástica y como buena licenciada en Teatro en Australia no infravalora ninguno de sus personajes. Solo una actriz muy pretenciosa o una actriz muy preparada describiría a su Helen de La boda de mi mejor amiga como "una mujer segura de sí misma, controladora y casi perfecta. Tras esa imagen encuentras a una mujer de buen corazón no tan diferente, por solitaria y disfuncional, de Annie (Kristen Wiig)." rematando la entrevista con un "Teniendo en cuenta que en la mayoría de las comedias los personajes femeninos son ornamentales, Helen como personaje es un regalo." Teniendo en cuenta su trayectoria profesional donde ha combinado todos los géneros posibles sabemos que su caso es el segundo: es muy inteligente y está muy preparada. 

Rose Byrne es una actriz que admite sin ningún tipo de vergüenza que la comedia es su género favorito y que considera "héroes" a los comediantes y sus nominaciones por los gremios de críticos y su victoria a Mejor Secundaria en Ohio con un personaje tan esperpéntico como una villana ucraniana con un nido de águilas en la cabeza demuestran que es capaz de poner a su disposición todos los clichés inimaginables y envolver a su personaje en una malicia sarcástica que te explicará con convencida profundidad en cualquiera de sus entrevistas. Porque lo mejor de Rose Byrne es que incluso sujetándole la falda a Kirsten Dunst en María Antonieta, como cantante descaradamente sexual en Todo sobre mi desmadre o asistenta de Jaime Foxx en el criminal remake de Annie se empeñará en explicarte el trasfondo psicológico de todos y cada uno de sus personajes. Quizás se lo esté inventando y quizás la forma en la que entiende y describe a sus personajes solo funciona en su cabeza, pero muy bien lo hace cuando funciona tan bien en todo lo que hace en pantalla. Abarque el género que abarque, de alguna forma es una actriz del método y lo sabe.

1. Toni Collette


Si Toni Collette es la número uno de esta lista sencillamente es porque es maravillosa y los premios y su nominación al Oscar por El sexto sentido (1999) no son nada para agradecer todo lo que puede hacer en pantalla. Antes de la citada película Collette se había puesto a las órdenes de Todd Haynes en Velvet Goldmine (1998) cubriendo de impecable melancolía a la ex esposa cornuda de la estrella del rock Curt Wilde (Ewan McGregor), y aún antes de ser el corazón de ese maravilloso delirio glam pop donde la australiana interpretaba a una estadounidense que fingía tener acento británico y conseguía que te creyeras semejante remix de vocabulario, tuvimos la oportunidad de verla en lo que fue su papel revelación en La boda de Muriel (1995). 

Recientemente en el show de Graham Norton Collette reconocía que 20 años después le seguían diciendo "Eres mala, Muriel" por la calle. No es de extrañar, su inadaptada fan de Abba que deseaba escapar de la monotonía de un pueblo lleno de reuniones de tupperwares no dejaba indiferente a nadie: entre la timidez y la vergüenza, la ingenuidad y la dulzura soñadora y el patetismo y la desesperación por encajar y ser alguien Muriel nunca llegaba a ser un personaje que inspirara condescendencia, era un ser humano tan empático en el cual era imposible verse a ratos reflejado. El problema es que para el gran público Toni Collette solo ha tenido dos personajes: Muriel y la madre del niño de El sexto sentido. 

Ni siquiera demostrando ser capaz de encabezar proyectos demencialmente complicados en televisión como United States of Tara, serie que vieron cuatro gatos pero por la cual ganó un Globo de Oro por interpretar a una mujer que lidiaba hasta con cuatro personalidades (una ama de casa de los años 50, una adolescente en plena edad del pavo, un camionero al que "le habían volado la polla en Vietnam" y otra personalidad tan indescriptible que solo entenderéis si veis la serie) o éxitos de la crítica como Little Miss Sunshine (otra nominación al Globo de Oro) se libró de convertirse en la eterna secundaria de más 20 películas. Antes de 2010 Toni Collette ya había demostrado que era capaz de hacer absolutamente de todo pero sus últimos papeles en películas conocidas desde entonces han sido como asistente personal de Anthony Hopkins en Hitchcock , madre asustada en Noche de miedo y madre asustada en Krampus, papeles bastante indignos para una actriz que ha demostrado que no tiene miedo absolutamente a nada. Lo agradecida que se muestra por cualquier personaje es coherente a como enfoca la interpretación: dice que sus mejores personajes son aquellos en los que siente una conexión con la historia y que de alguna manera representan un exorcismo de su propia persona. Su carácter anti-star (vive en Australia, viaja a la India para hacer meditación y describe como una tortura hablar de cara al público) le hubiesen garantizado más ofertas de trabajo si fuese más joven, si no fuese mujer o si fuese más guapa porque en un paraje tan hostil como Hollywood solo puedes permitirte esa actitud si tienes menos de 30 años, eres una extranjera guapísima o un actor de carácter. 

Collette es australiana, pero medio mundo piensa que es estadounidense o en todo caso británica por su excelente interpretación en Un niño grande, y aunque toda interpretación suya sea un regalo fuera del panorama indie donde recientemente ha rodado Miss you already con Catherine Hardwicke (directora que rodó durante tanto tiempo con el piloto automático la saga Crepúsculo que a todos se les ha olvidado que en su momento casi le consigue su segundo Oscar a Holly Hunter por Thirteen y que junto a Los amos de Dogtown como mínimo es una directora de actores interesante) nadie parece darle más que intrascendentes secundarios a pesar del inmenso talento que tiene y la valentía que demuestra en todo lo que hace. No solo nos dio uno de los momentos lésbicos más sinceros y delicados en su maravillosa escena de Las Horas o emocionó a medio mundo como madre desesperada con una escena impagable en el coche en El Sexto Sentido demostrando que la falta de tiempo escénico no le resulta el más mínimo inconveniente cuando de emocionar se trata si no que en la citada The Dead Girl (2006, en serio, vedla) se ponía en la piel de una mujer tan traumada por los abusos físicos y psicológicos de su madre hasta el punto de pedir a un desconocido que la violara, en Silencio en la noche (2006) establecía una relación telefónica con Robin Williams como una agente de servicios sociales al cargo de un adolescente con SIDA, era la convincente madre coraje de un adolescente autista en la australiana The Black Balloon (2008) y en Mejor otro día (2014) interpretaba a una suicida que decidía que conocer a Pierce Brosnan, Imogen Poots y Aaron Paul en la misma noche y todo de golpe era razón suficiente como para no tirarse de un rascacielos. 

El porqué meterse en personajes extremos o que en manos de una productora con dineros serían descaradamente carne de campañas For your consideration en películas pequeñas que no iban a llegar a nada es una lección no solo de curiosidad y ambición interpretativa sino de coraje profesional. Toni Collette no tiene miedo a nada. Es capaz de interpretar lo que sea y se merece más oportunidades para demostrarlo.

Cualquiera de estas actrices merecen más cariño y oportunidad. Por aquí se las quiere mucho, de cara al resto del público, no tanto. Pero son garantía de calidad en todo lo que hacen y os aseguro de que me ha costado quedarme con 7 porque la lista de actrices versátiles, preparadas, inteligentes e igualmente infravaloradas es demasiado larga.

Como propina, Toni Collette cantando Stand by me en la desconocida película Cosi de 1996. Porque si, esta mujer también canta.

                                             
      "Eres mala, Muriel."


1 comentario:

  1. Excelentes todas... Espero que algún día les llegue su momento a Rose Byrne y Elizabeth Banks que son tremendas actrices!

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